11 de enero de 2009
El aloe vera, es una planta
perenne, con
hojas suculentas dispuestas en
rosetas, alcanzando los 50
cm de largo y los 7 de grosor; las hojas están compuestas de tres capas: una protección coriácea exterior, una capa fibrosa debajo de ésta —donde se concentra la
aloína, el ingrediente activo empleado como laxante en preparados farmacéuticos, y cuyo gusto amargo sirve a la planta como protección contra los
predadores— y un corazón gelatinoso donde almacena sus reservas de
agua y con el que se preparan innumerables productos farmacéuticos. Las hojas son alargadas, lanceoladas, y parecen brotar directamente del suelo en los ejemplares juveniles; los más añosos presentan un corto y robusto
tallo.
Las
flores del aloe son pequeñas, tubulares, y se presentan en inflorescencias densas de color frecuentemente amarillo o rojo.
Generalmente las flores de aloe requieren de polinización cruzada para fecundar y esta suele ser llevada a cabo especialmente por aves y mariposas debido a su visión preferencial de estos colores.
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